Estamos inmersos en un momento complicado a nivel nacional e internacional.
Y hay una palabra que está emergiendo en los últimos días a nivel empresarial: El teletrabajo.

Sabemos de sobra cómo el coronavirus está afectando a la sociedad, tanto a nivel de salud como a nivel de economía. Y sabemos que las cosas no van a mejorar a corto plazo.
El cambio climático, el ahorro energético y la reducción de emisiones ha pasado de repente a un segundo plano.
No nos gusta incidir en aquello de que “toda crisis es una oportunidad” porque es una frase que, al fin y al cabo, sólo compartirán los optimistas. Nuestro objetivo con este post es poner de nuestro lado a los realistas, y, quien sabe, tal vez también a algún pesimista.
El escenario actual está poniendo a prueba al mundo entero en general, y a nuestro país en particular. Y la adaptación a las nuevas tecnologías está convirtiéndose en uno de los grandes aliados para responder ante la crisis.
Por eso, desde hace unos días, a nivel nacional se está promoviendo el teletrabajo.
Ha estado ahí siempre, pero, por alguna razón, nunca se ha tomado de manera seria a nivel global. Es parte de la resistencia al cambio del ser humano. Estamos programados desde hace generaciones para cumplir con un horario laboral, y tener una rutina basada en la separación radical entre vivienda y lugar de trabajo.
¿Por qué cambiar? ¿Cómo poder confiar en que las personas harán su trabajo de una manera eficaz a distancia? ¿Funcionará?
GEN Europe está especializada en la implantación de Sistemas de Gestión Energética ISO 50001, y la palabra “cambio” es nuestro mantra. No podemos ser más eficientes energéticamente de lo que somos ahora si no realizamos cambios. Y no nos referimos a cambiar equipos, sino a cambiar la manera que tenemos de hacer las cosas. Una de las grandes barreras en estos procesos es precisamente entender que, si sigo haciendo las cosas de la misma manera que las estoy haciendo ahora, el resultado va a ser, en el mejor de los casos, el mismo.
Esto aplica a todo, a nuestro día a día, al ahorro de energía o a la capacidad de contagio del coronavirus.
Cuando evaluamos las oportunidades de mejora a implantar dentro del Sistema de Gestión Energética, vamos detallando las características de cada una de ellas: Ahorro esperado, costes de implantación, posibles barreras durante la implantación, beneficios no energéticos, etc…
Vamos a utilizar esta misma metodología para analizar el impacto que el teletrabajo puede tener en nuestra sociedad si conseguimos que se generalice a largo plazo en aquellos sectores en los que es posible.
Ahorro energético del teletrabajo

El teletrabajo supone un ahorro energético al no necesitar trasladarse a diario desde la vivienda al puesto de trabajo.
Imaginemos una persona que se desplaza a su puesto de trabajo a diario, que está a unos 20 km (lo cual es muy habitual en ciudades como Madrid y Barcelona).
- Si tenemos en cuenta que esos desplazamientos suelen realizarse con bastante tráfico, y en zona urbana, vamos a estimar un consumo de 10 l/100 km. Eso supone un consumo de unos 4 litros cada día (2 al ir y dos al volver).
- Estimando 20 días de trabajo al mes, el consumo anual serían 960 l que son equivalentes (más o menos) a 9.600 kWh. ¿Es mucho o poco? Pues aproximadamente supone el consumo de gas de 2 viviendas durante todo un año.
- ¿Qué pasa si extrapolamos esto? ¿cuánta gente tiene un puesto de trabajo compatible con el teletrabajo? Es difícil de estimar. Pero por cada 1.000 personas que pudieran teletrabajar, los ahorros energéticos serían de 9,6 GWh (con “G”), equivalente al consumo anual de gas de 2.000 viviendas.
- Además, existen ahorros energéticos adicionales por la menor demanda energética en oficinas. En general, nuestras viviendas están ya climatizadas, por lo que trabajar en ellas tiene un coste energético nulo.
Reducción de emisiones asociadas

No usar el coche para desplazarnos a nuestro puesto de trabajo supone una reducción de emisiones.
Usando el mismo ejemplo, y usando como coeficiente de paso medio (entre gasolina y diésel) de 2,3 kgCO2/l, la reducción sería de 2,2 Toneladas de CO2 por persona.
2.200 Ton. CO2 por cada 1.000 personas que teletrabajaran.
Seguro que lo siguiente que queréis saber es a cuantos árboles equivale… Ese tema da para otro post, ya que la variación es muy grande en función de la especie. Si tenemos en cuenta un periodo de vida del árbol de 30 años, eso equivale a 13.200 pinos, o a 3.300 plátanos de sombra, o a 1.700 piceas, basándonos en la calculadora del MITECO: https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/mitigacion-politicas-y-medidas/calculadoras.aspx
¡Y hablamos sólo de 1.000 personas teletrabajando!
Además, la reducción de tráfico implicaría una reducción indirecta de emisiones de aquellos vehículos que sí tengan que ser utilizados. Al no existir problemas de atascos sus desplazamientos serían más eficientes, y menos contaminantes.
Beneficios no energéticos ni ambientales
Al igual que en nuestro listado de oportunidades, queremos destacar otros beneficios del teletrabajo que tal vez no son fáciles de valorar económicamente:
- Mejor conciliación familiar.
- Reducción del absentismo laboral.
- Ahorro en gasolina y/o desplazamientos. Esté es muy fácil de calcular. En función de los cálculos anteriores, el ahorro de cada persona sería de 1.200 € anuales.
- Ahorro en infraestructuras: m2 de oficina.
- Mejor integración de personas con discapacidad.
- Reducción de accidentes y muertes in itinere
¡Seguro que se te ocurren más!
Costes de implantación
La adaptación a las nuevas tecnologías está convirtiéndose en uno de los grandes aliados para responder ante la crisis. Los costes de implantación del teletrabajo son muy reducidos teniendo en cuenta los beneficios. Las herramientas necesarias para fomentar el teletrabajo están disponibles a un coste muy asequible.
Podemos dar fe de ello. GEN Europe nació con la vocación de reducir la huella de carbono, y no tenemos oficina física. Somos una empresa 100% en la nube. El 100% de nuestros empleados teletrabaja y, por lo tanto, la situación actual no supone un reto para nosotros.
Con algunas empresas con las que trabajamos incluso hemos sacado partido a la tecnología. En algunas industrias, a la hora de hacer auditorías energéticas, nos han dado acceso a su SCADA o BMS a distancia. Esto nos ha permitido detectar oportunidades de ahorro a distancia, sin necesidad de acceder a las instalaciones. Además, nuestro particular punto de vista de los análisis de datos, cercanos a la filosofía del big data nos permite también detectar anomalías desde casa.
Trabajar con herramientas como Skype, Teams… nos permite reunirnos o dar formación online a clientes en todo el mundo. Trabajamos con organizaciones en prácticamente todos los países de la Unión Europea, en Omán, en Jordania, a los que solo visitamos una vez al año. Nos comunicamos habitualmente con ellos, pero todo a través de videoconferencias. Tampoco tenemos que irnos tan lejos, porque también lo hacemos con clientes en Madrid, Barcelona o Granada.
Barreras
Obviamente, la implantación del teletrabajo tendrá barreras, diferentes en cada empresa, que deben ser evaluadas de manera particular.
Y ahí es donde la situación actual nos puede ayudar. Nos estamos viendo forzados a fomentar el teletrabajo para evitar la propagación del coronavirus. Por ello, las empresas se están viendo forzadas a evaluar estas barreras y poner soluciones para que el teletrabajo sea viable.
El coronavirus pasará. Es nuestra responsabilidad el colaborar para que los contagios se minimicen. De eso depende que esta crisis dure 1, 2 o 5 meses.
Es nuestra responsabilidad también, una vez acabada la crisis, evaluar si el teletrabajo ha sido beneficioso o no. Y evaluar los efectos positivos que sin duda tendrá para el cambio climático. Y en nuestras manos estará seguir fomentándolo o, por el contrario, evitar el cambio y seguir haciendo las cosas de la misma manera que las hemos hecho siempre.
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