A menudo es sólo oír las palabras “gestión energética” y ya estás imaginando la inversión en tiempo, esfuerzo y dinero que tendrás que hacer. Sentimos decirte que vas a tener que buscar otra excusa… la gestión energética no es cara.
¡Ay la energía! Eso que está ahora tan de moda y de lo que tanto se habla: objetivos estratosféricos que tanto oímos prometer a los políticos en la televisión, la Cumbre del Clima de París, los certificados energéticos, las directivas europeas, los sellos ambientales…
¿A quién quieren engañar? Sabemos que las grandes corporaciones internacionales disponen de capital para invertir en las últimas tecnologías, pero, ¿y si no puedes permitirte ese lujo?
Recientes informes han señalado que sólo las PyMEs españolas (es decir, olvidemos por un momento a esas grandes corporaciones) podrían conseguir ahorros de más de 4.450 millones de euros implantando sólo medidas de eficiencia y gestión energética. Eso equivale a lo que consumen las familias de una ciudad del tamaño de Santander. ¿De verdad crees que todas esas PyMEs disponen de capital para invertir en el último grito tecnológico?
¿No tienes presupuesto para mejoras?
Seguramente te ha ocurrido: en tu empresa necesitas pedir permiso para cualquier gasto. Hasta para un simple paquete de folios.
Entonces, ¿por qué dejas que otros malgasten miles de euros cada mes sin pedir permiso a nadie? Cada vez que aumentas la temperatura de la calefacción 1ºC, incrementas la factura en hasta un 8%. Y cuando tus compañeros se dejan el ordenador en standby al irse a casa, están emitiendo 80kg de CO2 al año a la atmósfera. ¿Y tú necesitas pedir permiso para comprar un paquete de folios?
¿Es energía todo lo que reluce?
Está claro que ahorrar energía es uno de tus objetivos más claros, y no vamos a olvidar lo evidente: necesitamos la energía para vivir. No puedes permitirte ahorrar energía disminuyendo la calidad de tus productos o haciendo pasar frío a tus compañeros.
Tenemos una buena noticia para ti: no sólo no va a disminuir el confort o la calidad, sino que los beneficios no energéticos de la gestión energética superan al dinero o kWh que te puedes ahorrar.
Como muestra un botón: un estudio de World Green Building Council señala que una mejor calidad del ambiente interior (ventilación y temperatura) en las oficinas aumenta la productividad en un 8-11% y reduce el absentismo en cerca de un 35%. Y eso repercute en costes, claro.
Está muy bien pero… ¿cómo se hace?
Todos sabemos que el que algo quiere, algo le cuesta. Pero a menudo nos equivocamos pensando que todo repercute en dinero, y que invirtiendo mucho todos nuestros problemas se resolverían. Si no dispones de millones de euros para invertir tranquilo, no estás solo. Es el caso de la mayoría de empresas españolas.
Entonces, ¿cómo puedes ahorrar energía sin invertir? La respuesta está a tu alrededor. Sí, tus instalaciones tienen todo el potencial de ahorro y no necesitas sufrir ni frío, ni calor. Por ejemplo, ¿sabías que sólo aumentando 1ºC la temperatura del circuito de evaporación de una enfriadora, puedes ahorrar más de un 3% del consumo del equipo? En una instalación industrial media (una planta de unos 600 trabajadores) eso supone unos 6.000 € al año. ¿Cuánto te ha costado? Nada.
¿Cómo puedo hacerlo?
- Analiza qué afecta a tu consumo. ¿Es el clima? ¿La materia prima que utilizas? ¿La ocupación de las salas?
- Mira a tu alrededor y analiza cómo puedes exprimir tus instalaciones.
- ¿Sabes dónde se consume la mayor parte de la energía en tu edificio? Busca los equipos que consumen el 70-80% de la energía y céntrate en ellos.
- Involucra a tus compañeros. Pequeñas acciones multiplicadas resultan en grandes logros.
- Realiza una auditoría energética para medir todas esas oportunidades de ahorro que encuentres.
- Ponle un precio y un ahorro estimado a cada mejora. Así lo tendrás todo controlado y podrás comprobar si se cumplen tus expectativas.